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Contra el destierro – Camilo Alvarado

Si no puedo hacerlo a través de una puerta, voy a ir a través de otra puerta, o voy a hacer una puerta nueva

Rabindranath Tagore

Hace algunos años entre trochas y caminos de herradura hablaba con algún campesino de Santander que me decía: se debía hacer lo que fuere menester por la tierra contándome las dificultades que toda la vida han tenido para acceder a la tierra. En ese empeño han pasado en la mayoría de los casos tres generaciones que han transitado por discursos de odio, violencia e incluso han llegado desafortunadamente en una gran cantidad de casos a la pérdida de vidas humanas. Para mi sorpresa, recorriendo otros departamentos, en la ruralidad del país, ese mismo testimonio se repetía hasta tal punto que no sabía quién era la fuente primaria de esa narrativa. Hoy, ya hace más de 15 años de ese encuentro, pareciera que la realidad rural atravesara aun por las mismas dolencias.

Repensarse las formas de relacionarse con el territorio, con su biodiversidad, con lo que acontece allí hace que la necesidad de trabajo colectivo sea imperativa. Sea -quizá- la única posibilidad de proteger ese entorno y de garantizar la protección misma de los individuos que habitan estos territorios. La organización colectiva como excusa -y urgencia- para defender la idea de tener una tierra en la que se ha vivido por décadas es sin duda también una de las fenómenos sociales más potentes en la historia reciente de Colombia.

Las diversas formas de organización de las comunidades negras, campesinas e indígenas entorno al derecho a la tierra en muchas ocasiones se ven truncadas por las pocas posibilidades de desarrollo económico que tienen estos territorios por la des-conectividad vial, geográfica, en comunicaciones y claramente aún con problemáticas de seguridad. Esta realidad ha generado que las mismas comunidades se piensen alternativas para mantenerse en sus comunidades. La crisis de la agricultura de pequeña escala, la migración de cultivos ilícitos a economías licitas y la constante ausencia de las instituciones hacen que el turismo aparezca como una medida de urgencia para muchos territorios que si bien en el pasado no tenían esa vocación definida ahora la ven como una posibilidad real de generar alternativa económica digna para el desarrollo de su región.

Ahora bien, el turismo comunitario como una posibilidad de potenciar diversas vocaciones económicas en el territorio se convierte en una posibilidad real de convocar a la base social organizada en pro de pensarse como gestionar dicho territorio desde una visión local que les permita ser protagonistas del desarrollo y no víctimas de el. Ante la ausencia de recursos, desconociendo la practica turística, emerge la posibilidad de articularse desde la intuición. Pensar en el ¿qué hay que ver acá? ¿que tenemos para mostrar? ¿Qué valor tiene mi cultura? Se convierten en preguntas relevantes para entender que la practica turística en la mayoría de la ruralidad debe entenderse desde un escenario de creación desde la intuición es donde al fin y al cabo la magia emerge y el trabajo colectivo hace que se vayan forjando caminos desconocidos, que muchas veces llegan a buen término.

Sin embargo, note el lector que llegar a buen término no tiene referencia a la perspectiva que todos relacionan con “éxito”. Llegar a buen término quizá tiene más cercanía al título de este pequeño texto, tiene que ver con poder gestionar procesos contra el destierro. Encontrar caminos para que las gentes -sí, así en plural- de los territorios puedan quedarse allí, no migrar por necesidad y muy al contrario generar aún más arraigo porque se trabaja con lo propio, con lo que se encuentra allí: en la casa, en la familia, en la chacra, con los vecinos, permite descubrir de alguna manera la esencia de la identidad propia para brindársela a los visitantes de todo el mundo.

La búsqueda de la identidad es una constante en muchos de los territorios que transitamos, más aún en las comunidades indígenas; es una tarea recurrente en la que Travolution pone a disposición sus metodologías propias articuladas con el turismo para indagar y si se quiere investigar para generar esa recuperación de las memorias y generar esa construcción constante de identidades.

Endilgar al turismo comunitario esta responsabilidad contra el destierro es cargarle un peso que no puede soportar, es verdad, sin embargo, la posibilidad de generar procesos de base social organizada robustos con personas que se quieran quedar en sus territorios, pero que además velen -desde sus posibilidades- por el desarrollo de los mismos podría lograr que una organización de turismo, trascienda el procesos turístico mismo, logrando generar espacios de reflexión constante frente a las problemáticas que los aquejan y se sumen de una u otra forma, ya sea por medio de la organización turística o otras formas, encontrar los caminos para la exigibilidad de los derechos y la vida digna de comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes.

En esa vía el equipo de Travolution se suma en aportar en que cada una de sus acciones en territorio estén ligadas a el reconocimiento de las diversas luchas organizativas que acontecen allí y claro, nos suscribimos en línea directa y sin titubear contra el destierro.

Camilo Alvarado
Director Travolution Colombia

Contra el destierro – Camilo Alvarado