Durante los últimos 30 años, los bosques neotropicales han experimentado una fuerte presión por parte de la combinación de continua expansión de las redes de carreteras, inmigración de colonos y la creciente alcance e influencia de las industrias extractivas como la petrolera y la maderera. En la Amazonía ecuatoriana, que cubre un área de aproximadamente la mitad del tamaño del país, existe una dinámica entre estos agentes de degradación ambiental y contracorrientes emergentes, como la efectiva participación indígena organizaciones, esfuerzos nacionales e internacionales que trabajan hacia la conservación de la biodiversidad y la Creciente importancia económica del turismo basado en la naturaleza.
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