Los países de América Latina y el Caribe cuentan con el 8% de la población mundial, disponen del 25% de la tierra potencialmente arable del planeta, más del 40% de los bosques tropicales, el 23% del inventario ganadero y alrededor del 30% de las reservas de agua dulce (FAO a). Ernesto Barrera, Natalia Muratore. 2006, Latinoamérica.
Introducción
Aunque la agricultura ha desempeñado un papel central en el desarrollo de los países de América Latina y el Caribe, posee aún un gran potencial de crecimiento para proveer de alimentos a su población y contribuir al crecimiento económico. La región posee un acervo natural de los más importantes a escala mundial, contando con una amplia biodiversidad, la mayor área de tierras por habitante y las mayores reservas de agua dulce del planeta.
Los países de América Latina y el Caribe cuentan con el 8% de la población mundial, disponen del 25% de la tierra potencialmente arable del planeta, más del 40% de los bosques tropicales, el 23% del inventario ganadero y alrededor del 30% de las reservas de agua dulce (FAO a).
Según la FAO, éstos recursos, a través del manejo sustentable, permitirían no solamente producir alimentos suficientes para el consumo de toda la población, sino también generar divisas y recursos para el desarrollo de otros sectores económicos y proporcionar diversos beneficios de tipo ambiental, cultural, social y científico.
A la disponibilidad de recursos naturales se agregan los avances que la mayoría de los países de la región logró durante los años noventa a través de la implementación de reformas económicas, incluyendo principalmente políticas de estabilización, reformas
para la modernización del sector público, retiro de la intervención del sector público en actividades productivas y comerciales, reformas en el sector financiero y liberalización del comercio internacional. Estas transformaciones se produjeron en forma paralela a cambios importantes en el comercio internacional de productos agropecuarios, los que implicaron un aumento en la demanda de productos agrícolas tradicionales y no tradicionales para cuya producción los países de América Latina y el Caribe poseen un gran potencial.
Respecto a las políticas agrícolas, la mayoría de los gobiernos implementó durante los ’90, reformas que implicaron la liberalización de los mercados de productos e insumos, la reestructuración del sistema de planificación agropecuario y la reorientación de políticas de administración de los recursos hídricos.
La liberalización de los mercados implicó, en general, la eliminación de organismos públicos encargados de la comercialización de insumos y productos y la drástica disminución de la intervención pública en el control de precios.
En casi todos los países desaparecieron las instituciones que proporcionaban crédito rural, junto a las restricciones en el crédito como parte de políticas anti-inflacionarias y la menor intervención del Estado en la determinación de tasas de interés, llevaron a una drástica reducción en el acceso al financiamiento de la producción. Todos estos problemas afectaron en particular a los productores más pobres, los que tradicionalmente habían experimentado problemas de acceso al crédito y los servicios públicos de extensión.
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